martes, 6 de marzo de 2007

The Host


Dirección: Bong Joon-ho

Intérpretes: Song Kang-ho, Byun Hee-bong, Park Hae-il.

Corea del sur, 2006, 120'


La revelación de la pasada edición del Festival de Cannes fue esta cinta coreana de terror, que luego se convirtió en un impresionante éxito en su país de origen. La repercusión y las buenas críticas que ha tenido colocan a su director, Bong Joon-ho, en la primera plana de la actualidad cinematográfica mundial.

En su anterior película, “Memories of murder”, Bong narraba la investigación de un famoso caso criminal de su país a la vez que en tono de comedia negra y sin salirse del género, reflexionaba sobre la evolución histórica de la sociedad coreana, su paso de la dictadura militar de los ochenta a la democracia capitalista. En “The Host”, toma prestado el género de las películas de monstruos, con un ojo puesto en Godzilla y otro en Shyamalan/Spielberg para desarrollar otra comedia negra que deja bien claro lo que podemos esperar de las instituciones en el poder en un caso de emergencia.

La criatura surge debido a una mutación provocada por la mala costumbre de algunos de tirar porquerías al río, y deja claro ya desde el principio que no ha venido con muy buenas intenciones. Cuando la bestia se lleva a la pequeña Hyun-seo, su familia descubrirá que tendrán que ser ellos los que la encuentren y acaben con el monstruo, ya que las autoridades coreanas y norteamericanas están demasiado ocupadas escenificando el consiguiente yo-no-he-sido para la opinión pública internacional. Por supuesto, todo esto tiene las obvias implicaciones sobre la actualidad política, pero el film de Bong va mas allá de eso, demostrando una envidiable capacidad para cambiar de género, pasando de la comedia a la pura aventura y de ahí a la sátira o el terror a veces en la misma escena.

El bicho, diseñado por Jang Hee-chul, un creador de videojuegos, ya muestra con su extravagante aspecto por donde van los tiros. Una mezcla de dinosaurio y calamar, tan feo como torpe, que se mueve de manera patosa y que cuenta como rasgos distintivos con un sistema digestivo muy original, que le permite guardarse comida en el esófago sin digerirla y una larga cola multiusos que parece tener vida propia, resulta tan aterrador como ridículo. La animación de la criatura está a cargo de las empresas Weta Digital y The Orphanage, lo que garantiza un acabado técnicamente perfecto.

Bong vuelve a mostrarse como uno de los creadores de imágenes más potentes del cine actual, y la película es un espectáculo irreprochable. Su estilo es el opuesto del habitual en la clase de blockbuster americanos a los que el argumento puede recordar: usa especialmente planos generales, con coreografías dramáticas de la acción y un montaje menos frenético de lo habitual, alargando los planos para crear inquietud; emplea irónicamente el punto de vista para jugar de manera cómplice con las expectativas del espectador… Resulta ejemplar el aprovechamiento de la pantalla panorámica, mediante unas composiciones siempre dinámicas.

En ese sentido son especialmente brillantes las escenas que muestran al monstruo moviéndose por debajo del puente, o uno de las secuencias prólogo, el que un suicida a punto de tirarse al río es uno de los primeros en divisar a la criatura, por no mencionar la brillante secuencia final, en un paisaje helado, que deja abiertas todas las dudas sobre el futuro de los personajes.