martes, 1 de junio de 2010

A proposito de Elly


T.O: Darbareye Elly
Dir: Asghar Farhadi
Int: Golshifteh Farahani, Shahab Hosseini, Taraneh Alidoosti.
Iran, 2009, 119'





Esta película supone una novedad respecto al cine iraní que habitualmente llega a occidente, sea a las pantallas de los festivales o a las salas comerciales. Para empezar, no se centra en la vida pobre y tradicional del mundo rural, el entorno en que se han movido habitualmente las películas de Kiarostami, Makhmalbaf (y sus hijas), Gohbadi, o Panahi. “A propósito de Elly” nos habla de la clase acomodada urbana, sus protagonistas son licenciados en derecho y la cinta nos los muestra disfrutando del tiempo libre, como tantas otras películas sobre sus equivalentes occidentales. Por otra parte, Ashgar Farhadi emplea una puesta en escena de inspiración occidental, con recursos de género para aumentar la tensión e implicar al espectador. Puede que mucha gente arquee las cejas al ver una película iraní emplear las herramientas visuales y dramáticas que nos encontramos en el cine y la televisión de casi cualquier parte: al fin y al cabo, Irán lleva casi dos años proponiéndose como el último reducto de resistencia hacia el cine de Hollywood. Pero lo cierto es que la dinámica de asimilación de la cultura occidental y las tensiones que provoca en la mentalidad tradicionalista está en el núcleo dramático de la propuesta.


Un grupo de amigos, cercanos a la treintena, se reúne para pasar un fin de semana a la orilla del mar Caspio con sus hijos. El grupo lo capitanea la dinámica Sepideh (Golshifteh Farahani), quien ha invitado a Elly (Taraneh Alidousti), la profesora de su hijo, para que conozca a Ahmad, quien reside en Alemania y acaba de divorciarse de su mujer alemana. Al principio, la reunión de amigos discurre por los cauces habituales: bromas pesadas, confianza y bastantes tonterías. Sin embargo, a pesar de la familiaridad entre hombres y mujeres, sus relaciones revelan las férreas estructuras que las regulan. La presentación de Elly a Ahmad debe seguir una estructura casi ceremonial. Los hombres se reúnen al final del día para debatir la idoneidad de la candidata, por ejemplo. Al principio de la película, para ocultar la presencia de una mujer soltera en el grupo, deben decirle a la dueña de la casa que Elly y Ahmad son recién casados. Es la primera mentira de lo que acabará convirtiéndose en una espiral de engaños, silencios y enfrentamientos marcados por el prejuicio.


El detonante de todo ello es la desaparición de Elly. Tras rescatar a uno de los niños de ser arrastrado por las olas en la playa, el grupo se da cuenta de la ausencia de la mujer. ¿Se ha ahogado intentando rescatar al niño? ¿O se ha ido de la casa sin decir nada a nadie? Inmediatamente, todo el grupo se replantea quien era en realidad Elly, y, lo que es más importante, que lugar ocupaba con respecto a ellos. Las tensiones surgen y afloran los prejuicios, y la película entra en el terreno del thriller psicológico. La intención del director es mostrar los vínculos que unen y separan a los personajes, vínculos que se fundan en los prejuicios y en la huella de una rígida mentalidad tradicional que persiste en estos personajes cultos y que se precian de asimilar influencias extranjeras.


Ellos visten vaqueros, zapatillas de deporte y camisetas de conocidas marcas. Ellas llevan el obligatorio hiyab, pero el resto de su atuendo es también occidental. Conducen coches europeos. El trato de ellos es distendido, como el de cualquier grupo de amigos. Sepideh, muy animada, se permite hacer bromas de igual a igual con los hombres. Al ocuparse de la casa, los hombres llevan a cabo las tareas técnicas, como poner en marcha la caldera, y las chicas se dedican a la cocina y la limpieza. Pretenden ser abiertos y tolerantes, pero no están completamente seguros de ello. Ahmed, por ejemplo, no guarda un buen recuerdo de su matrimonio con una mujer alemana. Por ello, ahora desea conocer a una chica iraní, alguien de quién sepa lo que se puede esperar. A pesar del ambiente festivo en el que se mueven los personajes, la presentación de la chica sigue la rígida forma de un ritual, con pasos muy marcados, y donde todo lo que se puede hacer o decir está predefinido.


En ese sentido, el logro dramático de “A propósito de Elly” consiste en mostrar el conflicto dentro de cada uno de los protagonistas, no a través de personajes con posturas enfrentadas. Cada uno de ellos, sea hombre o mujer, tendrá que afrontar en su interior la lucha entre la actitud más liberal y progresista que dicen defender y la herencia del tradicionalismo machista. Entre la libertad en las relaciones personales y la rígida reglamentación de las tradiciones. Las tensiones entre una postura y la otra se revelarán insalvables, y los personajes acabarán engañándose a sí mismos y creando un núcleo de relaciones basadas en la mentira y el silencio. Todo ello desarrollado a través de un guión diabólicamente construido que llevará la tensión a extremos asfixiantes. Farhadi tiene una habilidad enorme para recalcar gestos o palabras aparentemente banales pero que revelan la mentalidad de los personajes.


Farhadi no es un director visual, más bien se defiende mejor a través del guión y de su poderoso grupo de intérpretes, a los que mueve con destreza. Sin embargo, su realización es sorprendentemente estudiada y efectiva: utiliza con eficacia el entorno de la destartalada casa rural en la que se reúnen estos amigos, y en una película sin música, elabora una atmósfera de incertidumbre utilizando el constante sonido de fondo de las olas del mar caspio rompiendo en la playa. En cuanto al trabajo de cámara, se adhiere a ciertos patrones sobradamente conocidos, que sin embargo, emplea con intensidad: la cámara en mano como marca de realismo, y el uso de movimientos más rápidos y desorientación espacial en las escenas de mayor intensidad, como el rescate del niño.


Es difícil, de todas maneras, para un occidental, valorar el impacto social de esta película con respecto a la relación entre hombres y mujeres en Irán. La polémica que la ha rodeado resulta bastante desconcertante: la película iba a ser prohibida por la presencia de la actriz Golshifteh Farahani, quien había intervenido en la cinta Hollywoodiense “Red de mentiras” (“Body of lies”, Ridley Scott, 2008), algo que está prohibido para cualquier artista iraní. Sin embargo, una intervención en el último momento de su asesor para las artes, Javad Shamaqdari, motivó que el propio presidente Ahmadineyad levantase la prohibición. “No es razonable oponerse a la proyección de una película producida en Irán por artistas iraníes por la presencia de una actriz que ha interpretado un papel menor en una película de Hollywood. No es justo castigar a otros por el error de una persona” . “A propósito de Elly” fue un gran éxito en Irán y resultó elegida mejor película del año por la crítica del país. Es muy complicado, por supuesto, entender una polémica como esta, y valorar el contenido social de la película así como su relevancia párale público iraní, desde una posición occidental. En todo caso, una película como ésta nos revela que la sociedad iraní es más compleja y contradictoria de lo que el apresurado repaso de las noticias nos puede dar a entender.