jueves, 13 de octubre de 2011

Nader y Simin. Una separación

T.O: Jodaeiye Naderaz Simin.
Dir: Asghar Farhadi
Int: Peyman Moaadi, Leila Hatami, Sareh Bayat
Irán, 2011, 123'

En la primera secuencia de la nueva película de Asghar Farhadi, el matrimonio que la protagoniza discute ante el juez los motivos por los que quieren separarse. La cámara adopta el punto de vista del magistrado, es la manera que tiene Farhadi de invitar al público a discutir sobre las motivaciones de los personajes, a juzgarlos. Simin lleva años planeando emigrar al extranjero, para lo que ha tardado mucho tiempo en conseguir los visados necesarios. Aunque su marido está de acuerdo, poco antes del viaje, su padre sufre Alzheimer y es incapaz de valerse por sí mismo. Por ello, Nader ve imposible marcharse de Teheran en esa situación. Sin embargo, Simin cree que irse es lo mejor para el futuro de su hija adolescente, Termeh, por lo que plantea una separación. Por su parte, Termeh decide quedarse a vivir con su padre, sabiendo que su madre no se irá sin ella, e intentando así evitar el divorcio de sus padres.

Esta secuencia es un ejemplo claro de las intenciones del director iraní, que pretende poner a su público en dificultades a la hora de juzgar a unos personajes que actúan cada uno con sus motivos, pero a la vez influidos por prejuicios y costumbres. En “A propósito de Elly”, su excelente película anterior, los miembros de una clase media con aspiraciones progresistas se enfrentaban a los rescoldos de prejuicios tradicionales que incubaban dentro de sí. Aquí, al conflicto entre la tradición cultural o religiosa y las ansias de modernidad se unen los prejuicios relacionados con la clase. Nader necesita a alguien que cuide de su padre cuando él trabaja, y contrata a Razieh, una mujer de clase baja y del ámbito rural que llega cubierta completamente por un Chador y que necesita consultar con un religioso sobre si es pecado cambiar a un anciano que sufre incontinencia.

Las cosas se complican más tarde, cuando, tras una disputa con Razieh motivaba por la incompetencia de ésta para el cuidado de ancianos, Nader termina empujándola, lo que puede ser o no la causa del aborto de ésta. Aparece en escena el marido de Razieh, que no sabía que esta estaba trabajando, lo que, debido a su mentalidad tradicional, le parece una ofensa y una traición. Éste se enfrenta con Nader de manera bastante irracional, su disputa terminará en los juzgados. Lo que sigue a continuación es una mezcla de mentiras y prejuicios, que poco a poco virará hacia el suspense y que incluye un retrato demoledor del sistema de justicia iraní.

Los personajes actúan a través de una maraña de convenciones sociales de las que son conscientes y con las que tiene que negociar continuamente, aunque no crean en ellas, auque deseen cambiarlas. La tarea del realizador es hacerlas visibles, ponerlas delante del espectador para que este las juzgue, de acuerdo a sus propias convenciones. Un acto de violencia insignificante puede alcanzar de repente proporciones mucho más amplias, puede tener consecuencias devastadoras. ¿Podemos juzgar a Nader por ello? ¿Bajo que criterios tenemos que hacerlo? Los personajes no lo tienen demasiado claro, y pondrán en marcha el clásico mecanismo de ocultaciones, mentiras y justificaciones.