martes, 30 de julio de 2013

Keep The Lights On

DIR:IRA SACHS
INT: THURE LINDHARDT, ZACHARY BOOTH
USA, 2012, 101'














Es el año 1998, la ciudad es Nueva York. Erik (Thure Lindhardt) es un joven director de documentales  de ascendencia danesa sin preocupaciones económicas que intenta buscar una pareja para pasar la noche.  Hay líneas  telefónicas para ello: Erik marca el numero, saluda a un desconocido, da un nombre falso e intercambia datos de interés, como su aspecto, sus medidas o si está circuncidado o no. Erik no lo está. Tras varios intentos fallidos, se cita con un hombre. Se llama Paul (Zachary Booth), y tras su encuentro, le dice que no se haga demasiadas ilusiones porque tiene novia. Sea como fuere, siguen viéndose. Es el año 2000, Erik y Paul están viviendo juntos. Paul trabaja como editor literario, y es un chico con un comportamiento algo caprichoso. Ambos tienen ciertas dificultades a la hora de comenzar y terminar el día con la misma persona. Algunas fuerzas los arrastran hacia el exterior, como si los cuerpos que les rodean poseyesen campos magnéticos. Otras fuerzas les arrastran hacia el interior de sí mismos, como el humo del crack que Paul inhala y que le aleja del alcance de todos, especialmente de Erik. Paul acostumbra a desaparecer de forma caprichosa, con el paso del tiempo, su comportamiento se vuelve cada vez más preocupante, y sus desapariciones hacen que quienes le rodean teman por él.

Keep The Lights On es el retrato de una pareja, una relación que se enfrenta a los condicionamientos emocionales de la vida urbana moderna: el difícil equilibrio entre la individualidad y el compromiso, un equilibrio que necesita negociarse día a día, momento a momento. Ira Sachs ha basado esta película en una experiencia personal,  la relación que mantuvo durante ocho años con el editor Bill Clegg, una relación que, como la de los protagonistas de esta película, estuvo marcada por los desencuentros, las discusiones y los inesperados detalles de afecto. La narración de Keep The Lights On es una sucesión de momentos que se asemeja a una recolección de recuerdos, momentos intensos que marcan el recorrido de una relación: instantes de furor sexual  o de recriminaciones amargas que Sachs nos muestra como si los años compartidos se pudiesen comprimir en una sucesión de instantes significativos. Entre ellos, la relación entre Erik y Paul, como tantas otras uniones  modernas,  se mantiene suspendida en un constante  estado de indefinición. 



Keep the Lights On retrata la inestabilidad de la intimidad en la vida moderna

Sachs abre su película colocando los créditos iniciales sobre cuadros de su marido Boris Torres  (El alter ego de Torres en la película es el personaje de Igor, un pintor ecuatoriano a quién Erik conoce en un bar  y cuya presencia hace que se plantee el final de su relación con Paul) Esos cuadros son retratos de hombres en los que el erotismo se aprecia tanto en las expresiones y posturas de los personajes retratados como en la mirada que propone el artista. Las pinturas establecen el tono de la película, principalmente porque el director adopta un punto de vista más pictórico que dramático. Keep The Lights On funciona como una sucesión de retratos de dos hombres un diferentes momentos de una relación, en los que las posiciones de sus cuerpos, su relación con el entorno y los efectos de la luz sobre todo ello definen el estado de las cosas.

Las imágenes de la película se asemejan a una serie de retratos de sus protagonistas
De esta manera, Erik y Paul se muestran como superficies expresivas, poseedoras de escasa profundidad psicológica. Poco sabemos de Erik más allá de su predisposición ingenua y despreocupada. Paul siempre aparece al fondo, ya que la historia se narra desde el punto de vista de su amante, y su figura se va difuminando a base de huidas caprichosas y escarceos con la adicción. El lugar es inequívocamente Nueva York, pero no vemos espacios abiertos ni lugares característicos: la cuidad aparece reflejada como un conjunto de interiores vistos de cerca, como lugares en que los cuerpos se encuentran y se separan, espacios que reciben su significado de las personas que los habitan y que a menudo conservan sus huellas aunque estas hayan desaparecido. La razón de todo esto es que Ira Sachs se ha enfrentado con un problema habitual de los dramas sentimentales contemporáneos: la dificultad de estructurar dramáticamente una relación cuyos vínculos son variables y caprichosos, y que necesita redefinirse a cada momento para poseer sentido. Lo que queda son las imágenes: el registro de las posiciones que se adoptaron, la distancia o el acercamiento de los cuerpos.  La relación entre Paul y Erik no tiene una estructura dramática, pero en cambio posee expresividad plástica. 


Bonus Track: Corto: Last Address (Ira Sachs, 2010, 8')


"He vivido en Nueva york durante veinticinco años y en ese tiempo no había hecho ninguna película aquí.
Hize un corto en 2010 llamado Last Address que dura ocho minutos. Es sobre un grupo de artistas neoyorquinos que murieron de sida, yo rodé imágenes de la última residencia en que habían vivido. Es simplemente una serie de imágenes de sus casas, y fué el primer paso que di para hacer una película en esta ciudad como cineasta narrativo."