lunes, 23 de septiembre de 2013

Cortometraje: Night Mayor (2009), de Guy Maddin (14')

En 2009, para celebrar su setenta aniversario, el National Film Board de Canadá encargó un cortometraje conmemorativo a uno de los directores canadienses más idiosincráticos: Guy Maddin. “Tuve que decir que si, aunque no tenía la intención de hacer un cortometraje en ese momento. Pero me sentía tremendamente honrado, porque el NFB es una institución tan importante, tan venerable, tan vieja. Tuve que recuperarme de la impresión y decir que si”. El National Fim Board de Canadá es una agencia del gobierno que se dedica a la producción audiovisual, financiando principalmente documentales y animación experimental. “La primera idea que tuve fue la de un recién llegado a Canadá, que intenta que los canadienses entiendan quienes son. Sabía que tenía que intentar algo así. Era como un eco de lo que es el NFB.” Night Mayor está protagonizada por Nihat Ademi, un inmigrante bosnio que inventa el Telemelodium, una especie de televisión natural, orgánica. El Telemelodium captura imágenes producidas por la aurora borealis y las transmite mediante las líneas telefónicas a todo Canadá. Pronto, las imágenes comenzaran a tener vida propia, a unirse entre ellas, creando nuevas imágenes que quedarán fuera del control de Ademi y de sus hijos.

Maddin ha desarrollado a lo largo de tres décadas un estilo inconfundible basado en la reelaboración de viejos códigos cinematográficos en estilizadas fantasías en blanco y negro que se desarrollan en unos extravagantes decorados de estudio. Su cine toma prestado elementos del cine expresionista alemán, del montaje soviético o de las coreografías de los musicales de los años treinta, pero no se trata de un ejercicio de reconstrucción mimética, sino más bien de recorrer caminos alternativos, senderos  olvidados: las películas de Maddin nos dan la sensación de estar viendo la forma que podría haber tenido el arte más popular del siglo XX si solamente su evolución estilística y tecnológica hubiera sido ligeramente diferente. En su anterior película, My Winnipeg, su estilo adoptó una evolución necesaria: se trataba de un documental de fantasía sobre la relación del cineasta con su ciudad, en la que la realidad, la imaginación, la historia y los sueños se mezclaban de manera poética y sorprendente. Ahora, parece querer aprovechar parte de los hallazgo de esa trabajo para darle un toque documental a este nuevo proyecto, utilizando por primera vez en su carrera la improvisación. 




 
“Dado que tradicionalmente el NFB se asocia con el cine documental, pensé que sería correcto si desarrollara una idea para un personaje o para una situación, y entonces les encargara a los intérpretes que lo desarrollaran. Aparecí en el set, como un documentalista, y les hacía permanecer interpretando todo el rato. Mi diseñador de producción les decía a los actores cómo funcionaba la maquinaria, y que hacer con ella, yo solamente los filmaba de la manera en que un director de documentales les filmaría.(…) teníamos a Nihad Ademi, que realmente existe, es un amigo mío, un inmigrante bosnio que ha pasado por  muchas de las cosas de las que habla en la pequeña narración. (…) yo simplemente le decía quien era: ‘Ademi’, le decía, ‘Has inventado esta máquina y el diseñador de producción Ricardo te va a contar sobre ella. De hecho, Ricardo va a estar caracterizado, y te va a susurrar al oído de vez en cuando cosas que hace, y nosotros simplemente vamos a hacer un documental sobre ti y tus hijos’”


El resultado, típico de Maddin, es una fantasmagoría inclasificable que crea nuevas posibilidades para el lenguaje cinematográfico. Se desarrolla en esa extraño pasado que nunca pudo existir, un tiempo cubierto por una espesa neblina tras la que se sugiere la presencia de una leyenda tomando forma. “Soy amnésico. Trato de usar la amnesia como si fuera mi amiga. Sabía desde el día uno que nunca iba a llegar a ser técnicamente tan hábil en el sentido Hollywoodiense del término. Sabía que no podía permitirme gastar todas mis energías en la continuidad. Así que mejor lo envolvía todo en una gran neblina de olvido, porque necesitas tener memoria para detectar los errores de continuidad. Creí que sería mucho mejor si todo el mundo estuviera en un estado de remembranza semidelirante. He intentado cubrirlo todo con una densa capa de olvido.”