miércoles, 6 de agosto de 2014

Banda sonora: El gran hotel Budapest, de Wes Anderson, compuesta por Alexandre Desplat

Alexandre Desplat se está posicionando el compositor más importante dentro de la escena Holliwoodiense del momento. Desplat encarna al músico de formación clásica capaz de adaptar su estilo a las necesidades de la película o del director, una figura que parece estar en declive por la cada vez más masiva incorporación de músicos del ámbito pop o rock al campo de la banda sonora.  Tras comenzar su carrera en Francia, debutó en el cine anglosajón con La chica de la perla, y desde entonces no ha parado ni un momento. La primera vez que se hizo notar fue con Reencarnación, un vehículo de Nicole Kidman poco memorable excepto por su audaz empleo de la música. Como los grandes nombres del cine clásico, el francés es enormemente prolífico; muchos de los títulos más célebres de los últimos tiempos llevan su firma: La reina, El curioso caso de Benjamin Button, El discurso del rey, Harry Potter y las reliquias de la muerte, La noche más oscura, Argo…  Desplat trabaja tanto que ahora mismo hay en Madrid tres películas en cartel que llevan su música, a saber: The Monuments Men, de George Clooney;  Philomena, de Stepehen Frears;  y La venus de las pieles, de Roman Polanski. Serán cuatro cuando el próximo viernes se estrene El gran hotel Budapest.

    La colaboración entre Desplat y el director Wes Anderson es particularmente simbiótica: las ficciones coloristas y dinámicas del director norteamericano se adaptan perfectamente al  timbre juguetón que tanto gusta al compositor francés. “En El fantástico Mr Fox al principio se habló de usar una orquesta sinfónica.- Dice Desplat- Yo dije: No, no deberíamos. ¿Has creado pequeñas marionetas y vamos a usar una orquesta sinfónica? Sería ridículo. Así que sugerí que tuviéramos una orquesta en miniatura. ¿Las cuerdas? Uno de cada: un contrabajo, un chelo, como si fuera un quinteto de cuerdas. ¿Los metales? Solo uno de cada  ¿Y los demás instrumentos?  Instrumentos pequeños, o de juguete: mandolinas, banjos, glockenspiel. Todo debería ser pequeño. Ukelele. Piccolo. La banda Sonora pertenecía al mundo del film”

 El gran hotel Budapest es un reto completamente diferente: se desarrolla en una Europa central imaginaria, una fantasía del periodo de entreguerras en el que perviven los restos del imperio austrohúngaro  mientras emergen los dos totalitarismos del siglo XX: el nazismo y el comunismo soviético. Por tanto, requería una sonoridad distinta, y muy específica: “La idea consistía en capturar el sonido de una Europa central imaginaria. Para nosotros, ese sonido comprende desde la trompa alpina de Suiza, Austria o Bavaria; hasta los címbalos o el zantur de Turquía, y todo lo que hay entre medias. Esta tierra llena de instrumentos y ritmos. Intentamos apretujarlo todo en una bola, una bola que pudiéramos hacer rodar en la película. Ese el sonido del Hotel Budapest”  Pero si hay un instrumento que domina la banda sonora es la Balalaika. El supervisor musical Randall Poster, que fue el encargado de investigar una gran cantidad de fuentes originales, lo señala de esta manera:  “La balalaika fue realmente la fuerza primaría de la grabación. Llevamos unos 25 intérpretes rusos de balalaika a París y los combinamos con unos veinte intérpretes franceses de balalaika y logramos una especie de supergrupo de balalaikas. Fue muy interesante. Teníamos dos traductores en el pedestal con el director, para fusionar estas dos culturas unidas por un instrumento de cuerda. Y después, para lograr cierto ‘espíritu gitano’, introducimos un instrumento llamado la címbala, que es una especie de salterio, y que terminó siendo una voz principal de la película. La banda sonora es una colección de sonidos folclóricos filtrados a través de la música de Alexandre Desplat

    Ese supergrupo de balalaikas destaca especialmente en Mr Mustafá, que es una de las melodías preferidas de su compositor “por la combinación de la melodía y la instrumentación. El hecho de que tengas una banda de Balalaicas tocando una melodía suena tan diferente a la misma melodía en un piano… Eso es algo que disfruto mucho en el cine, y trato de pensar siempre en la manera de combinar instrumentos para crear el sonido específico del tema en que estoy trabajando”