jueves, 26 de junio de 2014

Violette


DIR: MARTIN PROVOST
INT: EMMANUELLE DEVOS, SANDRINE KIMBERLAIN, OLIVIER GOURMET 
FRANCIA,  2013, 132'







Violette Leduc no es una escritora demasiado conocida en España: sus títulos no están disponibles en las librerías desde 1986, el año en que Edhasa publicó La bastarda. En Francia, en cambio, su trabajo es bien conocido: sus libros pertenecen a la tradición de la escritura autobiográfica, y entre sus defensores se hallaron figuras de la talla de Simone de Beauvoir, Albert Camus o Jean Genet. El material que Leduc extrajo de su vida se centra en las difíciles relaciones con su madre, en la baja autoestima que le causaba una continúa necesidad de afecto y en sus experiencias bisexuales. Comenzó a publicar después del final de la segunda guerra mundial, aunque no fue hasta 1964, cuando recibió el premio Goncourt por La bastarda, cuando se convirtió en una escritora verdaderamente popular. Murió en 1972, a los 65 años.

    Al director Martin Provost (que ya había realizado otra película sobre una artista autodidacta con Séraphine, acerca de la pintora del siglo XIX Séraphine de Senlis) le interesa hacer un retrato de Violette Leduc como escritora. Violette comienza con la protagonista refugiada junto al escritor Maurice Sachs en un pequeño pueblo durante la ocupación alemana. Sachs, el judío colaboracionista,  es una figura maldita de las letras francesas, que aquí solamente tiene relevancia en cuanto animó a Violette a comenzar a escribir sus propia historia. “Mi madre nunca me cogió de la mano cuando era pequeña…”, esboza Violette sobre un cuaderno en cuanto encuentra algo de tranquilidad, aislada en las cercanías de un bosque. Se estaba haciendo pasar por la esposa de Sachs para ayudar a este a esconderse. Los requerimientos amorosos hacia su falso marido, a pesar de la patente homosexualidad de éste, inaugurarán su tendencia de exigencias afectivas hacia personas cuya sexualidad es manifiestamente incompatible.




    Durante la guerra y la inmediata posguerra, Leduc se ganó la vida vendiendo alimentos en el mercado negro: la película nos la presenta cuando es detenida por traficar con varias piezas de carne. Provost lo trata como una metáfora de su posición en el mundo literario. Para la intelectual Simone de Beauvoir (para quien hasta su vida privada podía convertirse en una toma de posición) Violette Leduc significa el material crudo y sin adulterar de una personalidad hipersensible. Leduc la abordó en la entrada de su casa con su primer manuscrito, La asfixia. De manera inesperada, la autora de El segundo sexo resulta impresionada por la escritora desconocida: le recomendará el libro a Albert Camús para su publicación en Gallimard. De Beauvoir se convertirá en una protectora y mecenas artística para Leduc, que en cambio desarrollará por la escritora un amor no correspondido que rayará en la obsesión, y que será el material de su segunda novela, La afamada.





Simone  de Beauvoir anima a escribir a Violette Leduc

La elegida para interpretar a Leduc es Emmanuelle Devos, que suaviza las aristas del comportamiento de la protagonistas, sus exigencias emocionales y su intensidad personal. Leduc se mueve por los decorados con una notable intensidad nerviosa, la cámara la sigue en sus movimientos frenéticos. Provost marca una distancia con el personaje durante casi toda la película, evitando la identificación y contemplándolo desde el exterior, hasta que llega el momento en el que se enfrenta con su madre, que el director filma con una intensidad dramática que revela esa relación como el conflicto original del que surge toda la asfixiante necesidad emocional de la protagonista. En una escena, Jean Genet llama a Leduc reina del melodrama, lo que, viniendo de quien viene, quiere decir algo. Pero la dulcificación del personaje no resulta extraña: al fin y al cabo se trata de una persona que mantuvo el afecto de quienes la rodeaban hasta el punto de sostener sus necesidades cuando tuvo dificultades económicas y de acompañarla cuando estuvo gravemente enferma. Por su parte, Sandrine Kiberlain crea un retrato vivaz y cálido de un icono como de Beauvoir, que nos aleja de la rigidez y frialdad que siempre se ha asociado con la escritora.

La película desarrolla dramáticamente la idea, tan querida por la cultura francesa, de la redención por el arte. No importa demasiado el origen del sufrimiento de Violette ni la condición exacta de su malestar afectivo: lo verdaderamente importante para los cineastas es el proceso por el que transforma sus experiencias mediante la palabra, exorcizando de esa manera el dolor. La película retrata la reconciliación de Violette consigo misma gracias a su éxito literario, y culmina con la protagonista disfrutando de un momento de calma interior mientras desliza la pluma sobre el papel en un refugio junto a la naturaleza. Prevost no hace demasiado caso a los traumas personales, reales o imaginarios de su protagonista para centrarse en las razones por las que se convirtió en un personaje memorable: la manera en que transformó su agitada emotividad mediante las
palabras.

domingo, 22 de junio de 2014

Solo los amantes sobreviven

T.O: ONLY LOVERS LEFT ALIVE
DIR: JIM JARMUSCH
INT: TILDA SWINTON, TOM HIDDLESTOM 
EEUU, 2013, 125'








 
Jim Jarmusch tiene la piel pálida y lisa, parece no haber envejecido demasiado en los últimos treinta años y su pelo siempre ha tenido el color de la nieve fresca. Y además siempre lleva esas gafas de sol. Pero, pesar de todo ello, Jarmusch no es un vampiro: aseguran haberlo visto bajo la luz del sol. Aún así, no puede negar que tiene cosas en común con las criaturas sobrenaturales que protagonizan su nueva película: principalmente, su predilección por una vida en los márgenes. Si hay una leyenda que le acompaña desde sus inicios es la de ser el auténtico cineasta independiente, cuando esa etiqueta hace tiempo que ha sido asimilada por la industria como un nicho de mercado más. Pero el director de Ohio, que forma parte de una generación de cineastas que revitalizaron el cine norteamericano durante los años ochenta desde fuera de los grandes estudios (los hermanos Coen, David Lynch, Spike Lee, etc) ha sido el único de ellos se ha mantenido constantemente fiel a la forma de hacer cine que proponía desde sus inicios. Si eso ha limitado su  producción (once largometrajes de ficción en cuatro décadas) y no le ha permitido explorar la variedad de propuestas cinematográficas de sus coetáneos, no le ha importado demasiado. Jarmusch ha preferido mantener la pureza y la coherencia de un estilo minimalista y calmado.

    Los amantes del título son Adam y Eve, él (Tom Hiddlestom), delgado y pálido, de pelo y ropas oscuras, es un músico de tendencias románticas y propensión a la melancolía.  Ella lo achaca la malas influencias de Byron, Schiller y demás gentuza del romanticismo. Ha sido un virtuoso (le regaló en su día un adagio a Schubert que este hizo pasar como su propia obra), pero ahora se ha escondido en un barrio abandonado de Detroit para componer un primitivo estilo de rock minimalista y distorsionado (casualmente, el mismo estilo de música que practica Jarmusch con su banda SQÜRL). Ella (Tilda Swinton) luce una larga melena clara y tiene preferencia por los estampados de colores vivos. Su devoción son las palabras: comparte el té en Tánger con Chistopher Marlowe (John Hurt) de quien se nos dice que ha sido el verdadero autor de las obras de William Shakespeare. Eve mantiene una actitud de curiosidad y asombro ante el mundo y la naturaleza, a pesar de que probablemente tenga ya más de mil años. La pareja conversa regularmente vía skype: él está pasando un ataque de melancolía especialmente agudo, principalmente motivado por todo lo que los zombis le están haciendo al planeta (los zombis somos nosotros); Eve, aunque comparte su decepción ante el comportamiento humano, sigue encontrando motivos para la esperanza en el mundo. Intranquila por el estado de su esposo, Eve llena una maleta de libros y abandona Tánger en un vuelo nocturno en dirección a Detroit. 

Tilda Swinton Y Tom Hiddlestom: amantes y vampiros

 Lo más característico de estos vampiros es su especial percepción del tiempo. Ser inmortal es una condición que afecta a sus costumbres y sus maneras, calmadas, continuamente tranquilas, sin ningún tipo de urgencia. ¿Por qué iban a tener prisa? Jarmusch ha encontrado unos personajes que se ajustan por completo a su ritmo cinematográfico, que siempre se ha caracterizado por huir del característico apresuramiento moderno. Como consecuencia de tener todo el tiempo del mundo, Adam y Eve se han dedicado a acumular conocimientos: sobre instrumentos musicales, libros viejos y nuevos, plantas y animales, física y astronomía. Es la curiosidad la energía que los mantiene vivos, porque ¿qué sentido tendría vivir para siempre si no hubiese cosas nuevas que descubrir cada día?. Todo esto viene además propiciado por el hecho de que parecen disponer de fajos de billetes como si imprimieran el dinero en casa.

 El diálogo está trufado de referencias y quien disfrute reconociéndolas probablemente sienta cierta identificación con estos personajes, seres que viven en los márgenes recogiendo muestras de belleza y sabiduría que el resto de la humanidad, con la falta de perspectiva debida a su imperfecta condición de mortales, lamentablemente pasa por alto. Pero la inmortalidad no impide que Adam y Eve sigan siendo humanos. Por ello, todo ese conocimiento no les ha llevado a una forma superior de sabiduría, y el desconcierto ante el mundo es continúo. La muestra de todo ello es el arruinado paisaje de Detroit por el que Adam y Eve pasean en coche: industrias fantasmales e inútiles que se derrumban en soledad. Adam se dedica a lamentar la estupidez humana, Eve prefiere pensar a más largo plazo (se supone que ha vivido unos cuantos siglos más que su compañero) y sugiera que la ciudad de Detroit renacerá en el futuro: “Hay agua aquí. La gente vendrá a refugiarse cuando ardan las ciudades en el sur”. 


Detroit es un territorio fantasmal
Es sin embargo su relación amorosa lo que define la esencia de su personalidad. El amor que comparten estos dos vampiros es una pasión calmada, propia de una pareja de muy, muy larga duración. Ni siquiera necesitan estar juntos para sentirse cerca: les basta escuchar una canción a distancia, como hacen en la secuencia de presentación, para establecer una conexión sin palabras. Ocupan el mismo espacio mental, de manera que pueden conocer casi por completo los pensamientos del otro. A estas alturas, su relación en común los define a sí mismo de una manera más precisa que cualquier particularismo individual. El tiempo que pasan juntos lo dedican a dar paseos nocturnos en el Jaguar de Adam, que ha sustituido el motor por una bobina Tesla, y a compartir viejas historias y curiosidades, sobre diamantes del tamaño de un planeta  o sobre las reacciones de las partículas que se encuentran en los extremos opuestos del universo. Eso hasta que llega la hermana de ella, Ava (Mia Wasikowska) con ganas de acción y dispuesta  a menear los colmillos, y pone patas arriba su tranquilo refugio. Antes de que eso ocurra, Solo los amantes sobreviven es una de las pocas películas actuales que se toma en serio un romance de larga duración. 



La música como vinculo en la distancia:la canción que les une es una versión de SQÜRL de Funnel of love, con la voz de Madeline Follin

    La película es más un fragmento de la vida cotidiana de unos vampiros que una cinta de terror. Solo los amantes sobreviven nos permite asomarnos a su mundo durante un breve espacio de tiempo, durante el que asistiremos a las rutinas que emplean a la hora de conseguir sangre (de manera poco romántica, prefieren el soborno a la violencia) y contemplaremos una serie de indicios que apuntan a cosas que no conocemos: ¿Por qué los vampiros se sienten tan agotados después de un viaje? ¿Cuál es la función de los guantes de cuero que siempre llevan cuando salen al exterior? ¿Qué es lo que está contaminado la sangre humana y convirtiéndola en peligrosa para ellos? Durante el recorrido, descubriremos un espacio oculto de vida nocturna: habitaciones de viejos edificios con las ventanas cubiertas por densas cortinas e iluminadas con una viva luz ámbar. Tánger es la vieja ciudad mediterránea que tiene en sus callejuelas de piedra toda una historia de refugiados internacionales. Detroit es una ruina solitaria cuyos edificios abandonados resultan un perfecto acomodo para un vampiro. La película tiene el poder de transportarnos a ese espacio que habitan sus personajes, dotado de su propia temporalidad, en la que la curiosidad por el conocimiento es tan necesaria para sobrevivir como la sangre. Presupone la existencia de una especie, probablemente nocturna, de traficantes de historias, buscadores de belleza abandonada y creadores de sonidos hermosos; seres con la capacidad de conectar entre a través de música o palabras compartidas, que lamentan de manera silenciosa la marcha ruidosa y violenta del mundo. Quien pertenezca a esa especie recibirá su fragmento de inmortalidad. Indudablemente, Jim Jarmusch está entre ellos.

sábado, 7 de junio de 2014

Banda sonora: No One Ever Loved, de Lykke Li para The Fault in Our Stars (Bajo la misma estrella)

¿Qué sería de la adolescencia sin música? Sin duda, una experiencia aun más difícil y complicada. Lógicamente, las películas para adolescentes cuidan especialmente su banda sonora. Últimamente, nuestras pantallas se han visto inundadas por romances y aventuras épicas basadas en bestsellers juveniles, y de manera algo sorprendente, estas cintas se han visto acompañadas por el repertorio de figuras de la música indie o alternativa. Desde que los vampiros de Crepúsculo bailaran en su ceremonia de graduación Flightless Bird, American Mouth, de Iron & Wine, grupos bien reseñados en Pitchfork como Arcade Fire, The National, Vampire Weekend o Florence + The Machine han aparecido en los discos (si no en las películas) de las sagas Crepúsculo o Los juegos del hambre. La última incorporación a esta tendencia es la nueva canción de la cantante sueca Lykke Li, No One Ever Loved. Lykke Li que no es extraña para el mundo del cine, puesto que ya había colaborado anteriormente con David Lynch. 

 The Fault in Our Stars, que en España se titulará Bajo la misma estrella, se basa en una novela de John Green bastante vendida en Estados Unidos. El argumento gira acerca de la primera (y muy probablemente, última) experiencia amorosa de dos jóvenes (Shailene Woodley y Ansel Elgort) que se conocen en un grupo de apoyo para enfermos de cáncer. Está claramente dirigida a esas personas que se definen como almas sensibles y ha recibido mejores críticas de las que suelen recibir estos productos, que vienen siendo considerados el nadir de la producción cinematográfica. La canción compuesta por Lykke Li (que podría formar parte perfectamente del último disco de la cantante, el extraordinario I Never Learn) es una balada desgarrada y gélida, de alta tensión emocional y superficie impenetrable, que conecta con muchas de las contradicciones de la adolescencia, especialmente referentes a los primeros amores (o últimos). 








domingo, 1 de junio de 2014

Madre e hijo

T.O: POZITIA COPILULUI
DIR: CALIN PETER NETZER
INT: LUMINITA GHEORGHI, BOGDAN DUMITRANCHE, NATASHA RAAB
RUMANIA, 2013, 112'

Cornelia tiene ya unos sesenta años,  y aunque es arquitecta, solamente ejerce de vez en cuando como decoradora. Su marido es médico, a su fiesta de cumpleaños acuden miembros del gobierno y personalidades varias: se puede decir que ocupa una posición social algo más que desahogada. Tiene un aspecto imponente: una presencia hierática de tinte platino y piel estirada, generoso abrigo de pieles y garganta enjoyada. Su gesto suele ser adusto incluso cuando sonríe, algo que hace cuando resulta apropiado. Le gusta pensar que mantiene todos los aspectos de su vida bajo control, pero últimamente hay un asunto que le hace perder los nervios: su hijo Barbu, de 32 años, comienza a mostrar signos de independencia. Se ha ido a vivir con una mujer que ya tiene una hija pequeña y ni siquiera le da a su madre las llaves del piso. Cornelia abomina de la novia de su hijo y utiliza todos los recursos que tiene a su alcance para mantener su influencia sobre él. Sin embargo, nada parece dar resultado. Hasta que Barbu se ve envuelto en un grave problema: atropella a un niño mientras conduce su voluminoso todoterreno con exceso de velocidad. Inmediatamente, Cornelia abrirá su agenda y se pondrá a hacer llamadas. Como alguien que sabe navegar con destreza por las aguas del intercambio de favores y el tráfico de influencias, se hace con los nombres y los teléfonos de policías, fiscales y peritos y establecerá los conductos para que sus acciones se correspondan con sus intereses.

    La postura del hijo a la que hace referencia el título original  es lo que en español llamaríamos posición fetal, la figura que adopta el feto dentro del vientre materno. De esa manera le gustaría retener a su hijo a la protagonista, da igual que tal exigencia de afecto y sumisión pueda poner en peligro ese mismo vínculo. Es, además, un título más apropiado que el castellano, porque en el conflicto entre madre e hijo la atención del director Calin Peter Netzer se centra principalmente en la figura de la madre. Barbu aparece aturdido y distante, abrumado por la situación en la que se encuentra e incapaz de tomar ninguna decisión al respecto. El hijo de Cornelia es una criatura bastante irritante, que la película nos sugiere como el fruto de una crianza notablemente desequilibrada: el joven se comporta de manera agresiva con su madre pero al mismo tiempo no hace nada para resistirse a sus manejos. Este es el show de Cornelia, que se mueve con habilidad y sigilo entre las bambalinas de las instituciones en su papel de madre inconsolable. Porque para una señora como ella las instituciones y la sociedad en su conjunto no son más que otro escenario para las maniobras de poder doméstico. 




Cornelia emplea  a la criada para poder cotillear en la vida de su hijo 

Aunque el nombre del director Catlin Peter Netzer no suene demasiado al aficionado español, Madre e hijo tiene en su equipo a unos cuantos veteranos de la nueva hornada de cine rumano que lleva una década triunfando en los festivales internacionales. El guionista Razvan Radulescu, sin ir mas lejos, ha participado en los guiones de muchas de las piezas clave del resurgir cinematográfico de su país: La muerte del señor Lazarescu (2005),  4 meses, 3 semanas y dos días (2008), Martes, después de Navidad (2010) o Autobiografía de Nicole Ceaucescu (2010). En este caso, aporta una férrea estructura dramática en la que disemina varias escenas de intensidad dramática creciente. Es una película de personajes sentados frente a frente en habitaciones, salones o lugares públicos, en los que el gesto más dramático es el contacto visual. Como novedad frente al resto de las películas rumanas, celebres por su cultivo del feísmo en materia de escenografía, aquí podemos descubrir los gustos en decoración de interiores y  estilismo de la alta burguesía del país.

La interpretación de Luminita Gheorghiu sostiene dramáticamente esta película
  Otro de los miembros clave del equipo es el director de fotografía Andrei Butica, que fue operador de cámara en la película fundacional del reciente cine rumano, La muerte del señor Lazarescu. Según declara en las notas de prensa, el director les dio carta blanca a él y a su operador para moverse libremente, cámaras al hombro, alrededor de los actores. Es un retorno a la cámara la hombro agitada que contrasta con la puesta en escena de plano general y cámara detenida que se había asentado entre sus compatriotas más famosos. La estrategia funciona de manera desigual. Los constantes reencuadres y las panorámicas rápidas entre interlocutores crean un extraño frenesí para una historia que está protagonizada por personajes cómodamente sentados hablando en voz no demasiado alta. Hay una sensación de urgencia que provoca falsos clímax dramáticos, sobre todo al principio de la película, cuando se están definiendo las situaciones y no ocurre nada realmente dramático. A medida que avanza la trama y los gesto y movimientos de los personajes se van impregnando de intensidad, la puesta en escena se adapta mejor a las situaciones y la película nos regala unas cuantas escenas de gran intensidad dramática.

    Si la cámara descentra y disgrega dramáticamente la película, Madre e hijo se sostiene sólidamente porque su anclaje dramático reposa en la interpretación de Luminita Gheorghiu. La actriz de Bucarest es una veterana secundaria con papeles en cintas de Cristi Puiu, Cristian Mungiu, Corneliu Porumboiu, o Michael Haneke, además de un montón de tablas teatrales. Su registro de dama de alta sociedad es nuevo para ella, pero lo hace suyo con fiereza: Cornelia es un depósito de energía contenida, que se deja ver en la firmeza de sus movimientos al llevarse un cigarrillo a la boca o manejando su teléfono móvil como si fuera un instrumento de poder. Su presencia ocupa la mayor parte del espacio dramático y relega a una posición periférica no solamente a su hijo, sino también a su marido y a cuantos policías o médicos se cruzan en su camino. El director tuvo algunas dudas antes de contratar a Gheorghiu para este papel, dado que la actriz es muy conocida en su país y eso podría interferir en la manera en la que los espectadores contemplasen al personaje. Sin embargo, con otra actriz la película sería muy diferente: Cornelia despliega su envolvente y acaparadora concepción del amor materno con el calculado control emocional de una auténtica diva.