domingo, 22 de junio de 2014

Solo los amantes sobreviven

T.O: ONLY LOVERS LEFT ALIVE
DIR: JIM JARMUSCH
INT: TILDA SWINTON, TOM HIDDLESTOM 
EEUU, 2013, 125'








 
Jim Jarmusch tiene la piel pálida y lisa, parece no haber envejecido demasiado en los últimos treinta años y su pelo siempre ha tenido el color de la nieve fresca. Y además siempre lleva esas gafas de sol. Pero, pesar de todo ello, Jarmusch no es un vampiro: aseguran haberlo visto bajo la luz del sol. Aún así, no puede negar que tiene cosas en común con las criaturas sobrenaturales que protagonizan su nueva película: principalmente, su predilección por una vida en los márgenes. Si hay una leyenda que le acompaña desde sus inicios es la de ser el auténtico cineasta independiente, cuando esa etiqueta hace tiempo que ha sido asimilada por la industria como un nicho de mercado más. Pero el director de Ohio, que forma parte de una generación de cineastas que revitalizaron el cine norteamericano durante los años ochenta desde fuera de los grandes estudios (los hermanos Coen, David Lynch, Spike Lee, etc) ha sido el único de ellos se ha mantenido constantemente fiel a la forma de hacer cine que proponía desde sus inicios. Si eso ha limitado su  producción (once largometrajes de ficción en cuatro décadas) y no le ha permitido explorar la variedad de propuestas cinematográficas de sus coetáneos, no le ha importado demasiado. Jarmusch ha preferido mantener la pureza y la coherencia de un estilo minimalista y calmado.

    Los amantes del título son Adam y Eve, él (Tom Hiddlestom), delgado y pálido, de pelo y ropas oscuras, es un músico de tendencias románticas y propensión a la melancolía.  Ella lo achaca la malas influencias de Byron, Schiller y demás gentuza del romanticismo. Ha sido un virtuoso (le regaló en su día un adagio a Schubert que este hizo pasar como su propia obra), pero ahora se ha escondido en un barrio abandonado de Detroit para componer un primitivo estilo de rock minimalista y distorsionado (casualmente, el mismo estilo de música que practica Jarmusch con su banda SQÜRL). Ella (Tilda Swinton) luce una larga melena clara y tiene preferencia por los estampados de colores vivos. Su devoción son las palabras: comparte el té en Tánger con Chistopher Marlowe (John Hurt) de quien se nos dice que ha sido el verdadero autor de las obras de William Shakespeare. Eve mantiene una actitud de curiosidad y asombro ante el mundo y la naturaleza, a pesar de que probablemente tenga ya más de mil años. La pareja conversa regularmente vía skype: él está pasando un ataque de melancolía especialmente agudo, principalmente motivado por todo lo que los zombis le están haciendo al planeta (los zombis somos nosotros); Eve, aunque comparte su decepción ante el comportamiento humano, sigue encontrando motivos para la esperanza en el mundo. Intranquila por el estado de su esposo, Eve llena una maleta de libros y abandona Tánger en un vuelo nocturno en dirección a Detroit. 

Tilda Swinton Y Tom Hiddlestom: amantes y vampiros

 Lo más característico de estos vampiros es su especial percepción del tiempo. Ser inmortal es una condición que afecta a sus costumbres y sus maneras, calmadas, continuamente tranquilas, sin ningún tipo de urgencia. ¿Por qué iban a tener prisa? Jarmusch ha encontrado unos personajes que se ajustan por completo a su ritmo cinematográfico, que siempre se ha caracterizado por huir del característico apresuramiento moderno. Como consecuencia de tener todo el tiempo del mundo, Adam y Eve se han dedicado a acumular conocimientos: sobre instrumentos musicales, libros viejos y nuevos, plantas y animales, física y astronomía. Es la curiosidad la energía que los mantiene vivos, porque ¿qué sentido tendría vivir para siempre si no hubiese cosas nuevas que descubrir cada día?. Todo esto viene además propiciado por el hecho de que parecen disponer de fajos de billetes como si imprimieran el dinero en casa.

 El diálogo está trufado de referencias y quien disfrute reconociéndolas probablemente sienta cierta identificación con estos personajes, seres que viven en los márgenes recogiendo muestras de belleza y sabiduría que el resto de la humanidad, con la falta de perspectiva debida a su imperfecta condición de mortales, lamentablemente pasa por alto. Pero la inmortalidad no impide que Adam y Eve sigan siendo humanos. Por ello, todo ese conocimiento no les ha llevado a una forma superior de sabiduría, y el desconcierto ante el mundo es continúo. La muestra de todo ello es el arruinado paisaje de Detroit por el que Adam y Eve pasean en coche: industrias fantasmales e inútiles que se derrumban en soledad. Adam se dedica a lamentar la estupidez humana, Eve prefiere pensar a más largo plazo (se supone que ha vivido unos cuantos siglos más que su compañero) y sugiera que la ciudad de Detroit renacerá en el futuro: “Hay agua aquí. La gente vendrá a refugiarse cuando ardan las ciudades en el sur”. 


Detroit es un territorio fantasmal
Es sin embargo su relación amorosa lo que define la esencia de su personalidad. El amor que comparten estos dos vampiros es una pasión calmada, propia de una pareja de muy, muy larga duración. Ni siquiera necesitan estar juntos para sentirse cerca: les basta escuchar una canción a distancia, como hacen en la secuencia de presentación, para establecer una conexión sin palabras. Ocupan el mismo espacio mental, de manera que pueden conocer casi por completo los pensamientos del otro. A estas alturas, su relación en común los define a sí mismo de una manera más precisa que cualquier particularismo individual. El tiempo que pasan juntos lo dedican a dar paseos nocturnos en el Jaguar de Adam, que ha sustituido el motor por una bobina Tesla, y a compartir viejas historias y curiosidades, sobre diamantes del tamaño de un planeta  o sobre las reacciones de las partículas que se encuentran en los extremos opuestos del universo. Eso hasta que llega la hermana de ella, Ava (Mia Wasikowska) con ganas de acción y dispuesta  a menear los colmillos, y pone patas arriba su tranquilo refugio. Antes de que eso ocurra, Solo los amantes sobreviven es una de las pocas películas actuales que se toma en serio un romance de larga duración. 



La música como vinculo en la distancia:la canción que les une es una versión de SQÜRL de Funnel of love, con la voz de Madeline Follin

    La película es más un fragmento de la vida cotidiana de unos vampiros que una cinta de terror. Solo los amantes sobreviven nos permite asomarnos a su mundo durante un breve espacio de tiempo, durante el que asistiremos a las rutinas que emplean a la hora de conseguir sangre (de manera poco romántica, prefieren el soborno a la violencia) y contemplaremos una serie de indicios que apuntan a cosas que no conocemos: ¿Por qué los vampiros se sienten tan agotados después de un viaje? ¿Cuál es la función de los guantes de cuero que siempre llevan cuando salen al exterior? ¿Qué es lo que está contaminado la sangre humana y convirtiéndola en peligrosa para ellos? Durante el recorrido, descubriremos un espacio oculto de vida nocturna: habitaciones de viejos edificios con las ventanas cubiertas por densas cortinas e iluminadas con una viva luz ámbar. Tánger es la vieja ciudad mediterránea que tiene en sus callejuelas de piedra toda una historia de refugiados internacionales. Detroit es una ruina solitaria cuyos edificios abandonados resultan un perfecto acomodo para un vampiro. La película tiene el poder de transportarnos a ese espacio que habitan sus personajes, dotado de su propia temporalidad, en la que la curiosidad por el conocimiento es tan necesaria para sobrevivir como la sangre. Presupone la existencia de una especie, probablemente nocturna, de traficantes de historias, buscadores de belleza abandonada y creadores de sonidos hermosos; seres con la capacidad de conectar entre a través de música o palabras compartidas, que lamentan de manera silenciosa la marcha ruidosa y violenta del mundo. Quien pertenezca a esa especie recibirá su fragmento de inmortalidad. Indudablemente, Jim Jarmusch está entre ellos.