sábado, 11 de abril de 2015

Calabria. Mafia del sur

T.O: ANIME NERE
DIR: FRASNCESCO MUNZI.
INT: MARCO LEONARDI, FABRIZIO FERRACANE, PEPPINO MAZZOTTA, GIUSEPPE FUMO
ITALIA, 2014, 103'













 Desde el principio, los personajes y los comportamientos nos resultan familiares. La arrogancia chulesca, las cazadoras de cuero negro, las lanchas rápidas y las berlinas de lujo con cristales oscuros. La manera en que cada situación se convierte en una oportunidad para desplegar bravuconadas al bode de la violencia,  en que la ostentación lujosa se convierte en señal identificativa de un poder no oficial. Todo eso ya lo hemos visto antes, muchas veces, pero en esta ocasión Francesco Munzi nos ofrece un punto de vista más distante, reposado y detallista. Ésta es una visión antropológica sobre la mafia, más atenta a la observación de las conductas y a la exploración de las circunstancias sociales que a las convenciones del género criminal, aún sin desdeñarlas.

    Tres hermanos: Rocco, Giuliano y Luigi. Luciano (Fabrizio Ferracane) vive en Calabria, en el pueblo de sus ancestros, dedicado a las labores agrícolas. No quiere saber nada del negocio familiar, pero es consciente de que en el lugar en el que vive algo así no es una opción muy realista. Por ello, su casa es un edificio a medio construir rodeado completamente de cámaras de video. Rocco y Luigi viven en Milán. Luigi (Marco Leonardi), musculado y bronceado, se dedica a los aspectos más expeditivos del negocio. Rocco (Peppino Mazzotta), delgado, atildado y con unas gafas que le dan un aspecto vagamente intelectual, es el cerebro del clan. Leo (Giuseppe Fumo), el hijo adolescente de Luciano, desprecia la vida rural de su padre y siente más afinidad por su hermano Luigi. Eso le llevará a tratar de demostrar su capacidad para la arrogancia violenta de una manera que, inevitablemente, desencadenará un enfrentamiento con la otra familia local. 


    
Estamos en el territorio de la 'Ndrangheta, la muy endogámica organización calabresa que se ha venido convirtiendo silenciosamente en la organización criminal más peligrosa de Italia. Munzi se atrevió a rodar en Áfrico, un pequeño pueblo donde no es demasiado recomendable acercarse con una cámara. (El director necesitó la ayuda del autor de la novela que adapta, Gioacchino Criaco, para poder adentrarse con seguridad en la zona). Áfrico, situado en las colinas del Aspromonte, está formada por viejas ruinas medievales y por edificios de ladrillo sin terminar, y es un lugar dónde los jóvenes pastorean las cabras o empuñan subfusiles. Munzi adopta un par de recursos del repertorio de Francesco Rosi (Salvatore Giuliano, de 1960, sigue siendo el patrón oro en cuanto a estudios antropológicos sobre la Mafia) y completa el reparto con lugareños, que aportan su dosis de autenticidad a la fisonomía y las maneras de los personajes. 



    La trama avanza a través de la tradicional sucesión de pactos y traiciones, violencia y represalias, pero el director se toma el tiempo y la distancia necesarios para aportar cierto contexto a cada escena, de manera que el espectador pueda hacerse una idea de las implicaciones sociales a través de pequeños detalles. Munzi explora la manera en que la organización mafiosa se ha convertido en una estructura que sustituye al estado en regiones en las que “Garibaldi no tuvo demasiado éxito”, como señala uno de los personajes. La policía tiene una presencia testimonial, dedicándose a recoger los cadáveres y a efectuar los registros con la actitud de quien cumple una formalidad. De esta manera, Calabria. Mafia del sur enmarca el drama criminal dentro de la vieja crisis entre el norte y el sur de Italia.

    Como película puramente criminal, Calabria. Mafia del sur se defiende perfectamente. La tensión hierve a fuego lento hasta que se libera en estallidos de violencia seca de un poderoso impacto dramático. Los protagonistas son veteranos del cine y la televisión que crean personajes cercanos al estereotipo, en parte porque su código de conducta está regulado de manera estereotipada por la estructura social de la que forman parte. El argumento no sorprenderá a nadie que haya visto una película antes, pero el guión aporta una narración compacta que, al igual que la realización concisa y eficaz de Munzi, se toma pocas molestias para llegar cuanto antes a donde quiere llegar. En resumen, la película de Munzi aporta una visión a las estructuras criminales del sur de Italia en la que la estructura y la dramaturgia del género criminal no impide detenerse en el entorno social en el que se mueven los personajes.